viernes, octubre 17, 2008

Reescribiendo

A cualquier actor se le ha pasado por las mientes en algún momento reescribir el texto que le ha tocado en suerte. Y algunos lo hacen con cierta naturalidad. "Que el autor se ha muerto y no va a venir a quejarse", solía replicar un buen compañero (y, sin embargo, amigo) cuando le apuntábamos que había alterado alguna parte de su texto.
Los hay que, incluso, añaden "morcillas", esas frases de la propia cosecha e inventiva que ni están, ni han estado nunca en la mente del autor, pero que cómicos con cierto prestigio y muchas tablas las cuelan en sus textos para mayor lucimiento o comicidad.
En ocasiones se plantea el dilema de la fidelidad a los textos originales y casi nunca se llega a un acuerdo; todavía menos en un país como el nuestro en el que el individualismo está tan enraizado y el desconocimiento tan extendido. Todos nos creemos capaces de reescribir textos ajenos para adaptarlos a nuestro antojo o nuestro acento. Si reescribimos nuestra propia Historia en función de intereses personales (disfrazados de intereses políticos o sociales, de tal modo que la Memoria Histórica, ni tiene memoria, ni es histórica...), ¿cómo que no vamos a poder reescribir las palabras de un andoba que las puso en papel en el siglo XVII? Faltaría más.
Ya que los anteriores artículos hablaban del Don Juan Tenorio de Zorrilla, terminemos aquí la "trilogía", con una anécdota sobre la curiosa alteración de los textos.
En el acto del convento, la Abadesa de las calatravas de Sevilla pregunta al iracundo Comendador:
ABADESA.-                ¿Dónde vais, Comendador?

DON GONZALO.-
¡Imbécil, tras de mi honor
que os roban a vos de aquí!
responde el Comendador. Pero... a algunas actrices encargadas de interpretar el personaje de la Abadesa, no les hacía ninguna gracia que las llamaran "imbéciles", así de balde. Y, caramba, no parecía correcto tal epíteto en boca de un comendador y, además, dirigido a una monja. Se establecía el debate sobre si los comendadores podrían utilizar sin sonrojo un lenguaje tabernario o si la palabreja era uno de tantos ripios que tiene la obra. Ganó lo políticamente correcto y se hizo costumbre sustituir "imbécil" por "señora". Se respetaba la métrica del verso, la actriz Abadesa no era insultada y el Comendador quedaba como persona fina y educada.
Mas hete aquí que un actor importantísimo le dio por ser fiel al texto de la obra, se obstinó en no traicionar al glorioso Zorrilla y a la pregunta de la Abadesa, respondió:
DON GONZALO.- ¡Imbécil, tras de mi honor

que os roban a vos de aquí!

Pero en la segunda representación de la obra se llevó una desagradable sorpresa. La actriz Abadesa que, como todos los cómicos de la época, algo entendía de métrica poética, le preguntó:
ABADESA.-¿Dónde vais, Comendador

imbécil?


Y el Comendador se vio obligado a responder:
DON GONZALO.-     ¡Tras de mi honor

que os roban a vos de aquí!