lunes, febrero 20, 2006

Alba fuerte

La tierra te sube y, ciega,
va ensalzando la verdad de tu cuerpo,
tallando va tu sombra,
tu sombra amarga, tu sombra por el suelo.
En andas de la noche te miro.
Brotas. Y el aire inmóvil, ceñido de tus miembros
es ya el bloque divino que soñó una mirada
de azul infancia hermosa. Ya el espacio, crujiendo,
viene a cristal y luce.


Lloras acaso, lloras. Tan lento el sol camina
que es ya sólo una flor asomando en los cerros,
y la luz ha brotado muda sobre el sol mismo,
hecha un alba fortísima por mi mundo aterrado.
Luce ya. Todo un dolor sin tregua, turbiamente clamado,
toda una loca rabia rebotando a los cielos.


Pero amanece, duramente amanece.
La recia mano fúlgida va los rayos prendiendo,
por las umbrías olas tu estás amaneciendo,
ya calla con su pena la voz de los ocasos
y su pena desgarra el hombre por el cieno,
ya los brazos tendidos a la aurora sin mancha
crecen, tocan el borde puro del universo.


Miradla por las cumbres... Amada, amante, un hielo
evidente y total se llega hasta tus ojos,
en nuestra frente amaga, tunde por nuestros cuerpos,
nos aplasta, nos vence. Como un volcán hermoso
sobre la tierra oscura estás amaneciendo.
Y yo estoy solo.

1 comentario:

Turulato dijo...

Tengo frío y lejana la mirada