jueves, abril 21, 2005

Et nunc et semper, amen

¡Yorick! ¡Yorick! ¿Quién te iba a decir a ti, aquella primavera, que tu pelada y reluciente calavera caería en manos de numerosos advenedizos que dilapidaban subvenciones oficiales, mientras aburrían al público y a las ovejas con salmodias y lloriqueos de infanta prepúber? Deseo que hasta el forillo de cielo se caiga a pedazos cuando menos se lo esperen.

Tentación

Caigamos en la noche de las tentaciones,
¿acaso importa el destino del tren?
Enrédate en el abrazo oscuro,
enrédame en las raíces del deseo inconcreto.
Que la noche quede en ti, y en mi,
horizontal y negra,
tendida como un río
con las riberas solas.